Mindfulness para niños: consciencia y atención plena
El mindfulness se ha ganado un hueco en el corazón de muchas personas. Cada vez son más quienes lo practican; en algunas escuelas, incluso, se practica el mindfulness para niños. El mindfulness tiene numerosos beneficios en cuanto al desarrollo emocional de los más pequeños, y es una práctica totalmente segura e inofensiva. ¡Hoy te vamos a explicar algunos ejercicios que puedes practicar con los más peques!
Si quieres aprender más sobre meditación y control de las emociones, visita el Máster en Coaching, Inteligencia Emocional y Mindfulness.
Índice de contenidos
Beneficios del mindfulness
El mindfulness es una disciplina terapéutica que nos brinda diversas herramientas para entender y gestionar nuestras emociones y nuestros pensamientos. El mindfulness para niños nos proporciona una serie de técnicas para mejorar la atención y la gestión de las emociones desde una edad temprana. Iniciar a los más pequeños en el mundo de la meditación facilita que puedan concentrarse mejor y conectar consigo mismos y con el entorno que les rodea. La atención plena es muy importante en el día a día, ya que nos mantiene con la mirada puesta en el presente y en nuestros objetivos.
Si es beneficioso para los adultos, ¿por qué no iba a serlo para los más pequeños? Muchas escuelas han incluido el mindfulness en las actividades que realizan los niños dado el potencial al que se le puede sacar partido. Es importante recordar que para lograr buenos resultados hay que practicar de forma habitual. Para niños de diez o doce años, empezar a meditar puede ser una tarea muy complicada. Sin embargo, si acostumbramos a niños de 3 o 4 años a centrarse en la respiración y en la relajación, los resultados serán mucho mejores. Por esta razón el mindfulness para niños se inicia en edades tempranas.
- Autocompasión. El mindfulness ayuda a los niños y a las niñas a ser amables con uno/a mismo/a. Esta orientación consiste en aprender a identificar las propias necesidades y de qué forma nos podemos ayudar.
- Compasión. Por otro lado, esta practica fomenta la empatía hacia los demás; es decir, identificar los sentimientos y las necesidades de los compañeros y de las compañeras.
- Curiosidad. Uno de los objetivos del mindfulness es despertar la curiosidad de los más pequeños por su entorno.
- Atención. Como hemos comentado con anterioridad, el mindfulness busca la atención plena, el aquí y ahora. Mejora la capacidad para focalizar la atención hacia determinados estímulos; hecho que, a su vez, mejora la concentración.
- Emociones. Por otro lado, las técnicas de mindfulness están orientadas a la regulación emocional, especialmente las emociones negativas, que pueden llegar a dificultar el día a día y el aprendizaje de los más pequeños. El control de las emociones, además, ayuda a mejorar las habilidades sociales y la forma en la que los niños y las niñas se relacionan.
Ejercicios de mindfulness para niños
Para empezar, vamos a hablar acerca de la respiración en el mindfulness para niños. La técnica es la misma que para los adultos. Consiste en sentarse en una silla con la espalda recta y las manos apoyadas en las rodillas. A continuación, realizamos tres respiraciones profundas. Inhalamos profundamente durante tres o cuatro segundos, y exhalamos durante cinco o seis segundos. Entre cada respiración debe haber una breve pausa. Las tres respiraciones se utilizan, normalmente, como antesala a los siguientes ejercicios. Su objetivo es centrar la atención y relajarnos antes de iniciar la actividad.
Toma de consciencia de la respiración
Para un niño puede ser complicado entender el significado de “centrar la atención en la respiración”. Por ello, tenemos que encontrar formas de que sean capaces de entender cómo funciona la respiración y cómo podemos controlarla nosotros mismos.
Para ello, pediremos a los niños y a las niñas que se tumben boca arriba sobre una superficie plana. Encima de su barriga pondrán un peluche o algún objeto al que les tengan aprecio. El ejercicio consiste en que los pequeños observen el movimiento del juguete meciéndose al son de la respiración. Podemos pedirles que respiren más o menos rápido y más o menos profundo para observar cómo varía la respiración y, por ende, el movimiento del juguete. Este ejercicio les ayudará a ser conscientes de su respiración y del control que pueden ejercer sobre esta.
Escuchar el sonido y el silencio
Este ejercicio consiste en poner atención en aquello que se está escuchando. Puedes utilizar un cuenco tibetano o cualquier otro objeto que produzca un sonido vibrante, como un triángulo o una campana. Explica a los niños que vas a realizar un sonido, y que estos tienen que escucharlo hasta que se deje de oír. Una vez ya no se escuche, los niños tienen que permanecer atentos al silencio, y escucharlo pausadamente. El efecto de este ejercicio suele ser calmante.
Mirarse a los ojos
Para muchos adultos, mirar a los ojos a otra persona es algo tedioso y difícil de mantener. Mirarse a los ojos, sin embargo, conlleva muchos beneficios. Ayuda a desarrollar la atención y despierta la empatía, además de crear vínculos afectivos.
Sienta a los niños en parejas y pídeles que durante un breve período de tiempo se miren a los ojos sin perder el contacto. Recuerda que durante este tiempo hay que respirar siguiendo la técnica de mindfulness de respiración.
En contacto con la naturaleza
Este ejercicio es muy interesante y educativo; además, nos acerca a la naturaleza y ayuda a conectar con el entorno que nos rodea. El ejercicio se puede realizar, o bien sentados en el suelo en un espacio natural, o andando. Consiste en cerrar los ojos, centrar la respiración y escuchar los sonidos que nos envuelven durante un minuto. Los niños tienen que poner la atención en todos los sonidos que escuchen. Posteriormente, compartirán con el resto de compañeros y compañeras los sonidos que han escuchado y las sensaciones que les han transmitido. Otra variación de este ejercicio es centrarse en los olores en lugar de los sonidos.
Comer con consciencia
Otro de los ejercicios muy útiles para el día a día es el de comer siendo consciente de ello. Muchas veces comemos rápido y sin fijarnos en el olor, el sabor y la textura de la comida. No prestamos atención a los alimentos que ingerimos y, horas después, nos sentimos hambrientos, vacíos y con ganas de un antojo. Comer con consciencia nos ayuda a sentirnos más llenos y a reconocer las sensaciones de nuestro cuerpo. El ejercicio consiste en comer controlando la respiración y prestando atención a la textura, al olor y al sabor de la comida. El objetivo del ejercicio es comer pausadamente y estando atento/a a los estímulos sensoriales. Gracias a esta práctica, los niños y las niñas aprenderán a disfrutar de la comida y a convertir la experiencia en algo placentero.