La atención plena y el “aquí y ahora”, sé feliz en el presente
El día a día nos llena de estrés y angustia. El trabajo y los compromisos personales ocupan la mayor parte de nuestras horas, dejando muy poco espacio para el ocio y la vida social. Además, apenas tenemos tiempo para disfrutar de la soledad. Porque la soledad también hay que disfrutarla, a pesar de que se crea lo contrario. Gracias al mindfulness o atención plena, una tendencia que está cobrando popularidad recientemente, muchas personas han aprendido a vivir el momento presente y a gestionar mejor el estrés.
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Índice de contenidos
¿Qué es el mindfulness o atención plena?
Algunas personas consideran que el mindfulness es una filosofía o estilo de vida. Otras creen que es una práctica del día a día que hay que entrenar. Esta disciplina consiste en una serie de técnicas de relajación junto a un entrenamiento mental para focalizarnos en el aquí y ahora. Por este motivo, al mindfulness también se le llama “atención plena”.
¿Cuántas veces has estado rodeado de amigos o amigas pero tu mente ha huido pensando en todo tipo de preocupaciones? El mindfulness busca, precisamente, potenciar el hecho de vivir el presente y disfrutar de cada momento del día. Esta gestión del pensamiento nos permitirá controlar el estrés y distribuir nuestra energía física y mental para no acabar agotados con el frenesí diario.
Al mindfulness, por otro lado, también se le atribuye un matiz espiritual. No confundamos espiritual con religioso, pues puede que los practicantes crean que hay algo, pero no definen que sea un Dios creador y omnipotente. Algunas personas creen que sí hay un origen al que rendir culto; otras simplemente creen en la energía, los astros, el concepto de cuerpo y alma…
¿Qué objetivo persigue esta práctica?
El mindfulness tiene como principal objetivo mejorar la calidad de vida de las personas que lo practiquen. Está indicado para todo tipo de personas, ya que está desvinculado de dogmas religiosos o filosofías de vida concretas.
Esta práctica está encaminada a brindarnos un método para gestionar nuestras emociones, actitudes y pensamientos; así como para aprender a hacer frente a los obstáculos profesionales y personales de nuestra vida.
Beneficios de la atención plena
Entre los beneficios del mindfulness, destaca un mayor control del estrés y la ansiedad, un problema que afecta a gran parte de la población y cada día más. Una de las principales causas del estrés se debe a motivos laborales y económicos. A pesar de que hay cosas que no podemos cambiar, es importante aprender a hacerles frente y adaptarnos a un medio cada vez más complejo. Esta práctica aporta mayor serenidad y calma, lo cual regula los niveles de cortisol, así como ayuda a disminuir la presión arterial.
Otro de los efectos relacionados con la práctica del mindfulness es una mejor calidad del sueño. Al controlar mejor las emociones, nuestra actividad cortical disminuye por las noches, lo cual puede ayudar a mejorar los casos de insomnio.
Por otro lado, permite un mayor desarrollo de la resiliencia, la capacidad que nos facilita afrontar y sobreponernos a crisis y situaciones traumáticas.
La meditación, por otra parte, una de las técnicas del mindfulness, aumenta el tamaño de los telómeros, unas estructuras localizadas en los cromosomas. Estas secuencias se relacionan estrechamente con el envejecimiento y el desarrollo de enfermedades y patologías asociadas a la vejez, como la demencia senil. La memoria también es otro de los aspectos que se pueden ver mejorados gracias a esta terapia alternativa.
El mindfulness también nos ayuda, en gran medida, a aumentar la capacidad de concentración. Como hemos comentado anteriormente, lograr la atención plena es uno de los objetivos de esta disciplina, por no decir el principal. También nos ayuda a desarrollar la inteligencia emocional, que no deja de ser el control de nuestras emociones y pensamientos. Gracias a la atención plena podemos aprender a controlar nuestros impulsos, negativos o positivos, que afectan de forma significativa a nuestras relaciones personales y el rendimiento laboral, entre otros.
¿Dónde, cuándo y cómo practicar mindfulness?
Se recomienda dedicar, al menos, media hora al día. Para empezar, puedes realizar sesiones cortas de meditación, de unos cinco o diez minutos. Respecto al lugar, hay que buscar una zona tranquila de ruidos, con una temperatura de entre 18 y 25º. Procura desactivar los aparatos electrónicos que puedan distraerte durante la práctica. Si decides poner música, que ésta sea relajante y con un ritmo suave y repetitivo para evitar distracciones. Utiliza ropa cómoda y libérate de accesorios que opriman cualquier parte de tu cuerpo. Puedes sentarte en el suelo con una esterilla o cojín, o en una silla cómoda. Lo importante es que la espalda esté en un ángulo recto para facilitar la respiración.
Ejercicios básicos para mejorar la atención plena
- La respiración: concentra tu atención en tu respiración. Siente como entra el aire y recorre tus pulmones, y expúlsalo con consciencia. Podemos recurrir a un mantra, una palabra o frase corta que repetimos para inducir nuestro cuerpo a la relajación. La respiración debe ser suave, profunda y por la nariz.
- Te despiertas por la mañana y te dices a ti mismo: “un día más es un día menos”; y ni siquiera sabes por qué o para qué es un día menos. Con el piloto automático desayunas un escaso café, te vistes, te peinas y sales escopeteado. Relájate. Realiza mindfulness por la mañana, aunque solo sean cinco minutos. Siéntate en un lugar tranquilo y practica ejercicios de respiración. Cuando sigas con tu rutina, presta atención a los sabores, olores, el tacto de los objetos… Concentra tu atención en el presente y no te conviertas en una máquina automática. No eres un robot.
- Presta atención a los sonidos de tu alrededor. Practica la escucha activa e intenta identificar lo que estás oyendo, sin juzgar. Intenta no pensar en ello, únicamente experimenta el sonido.
- Sé consciente de tu cuerpo. De la misma forma que controlas y eres consciente de la respiración o de los sonidos, también debes ser responsable con éste. Siéntate, cierra los ojos y deja que la respiración fluya. Una vez logrado, entra en contacto con tu cuerpo, sin juzgar ni rechazar las sensaciones desagradables que puedas llegar a sentir. Te ayudará a estar en conexión contigo mismo y a mejorar tu autoestima poco a poco.