¿Por qué hay que prestar atención al dolor psicológico?
Todas las personas, en algún momento de nuestras vidas, hemos sufrido dolor psicológico. El significado de este fenómeno se sobreentiende, sin embargo, es importante conocer su origen y qué podemos hacer para evitarlo. Hoy en día aún hay muchas personas reacias a explicar sus problemas y a expresar sus emociones, lo que ocasiona un malestar constante. Sin embargo, cada vez hay más gente que conciencia a la sociedad sobre la importancia d e la salud mental.
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¿Qué entendemos por dolor psicológico?
Todas las personas hemos sentido un malestar general que no sabemos muy bien cómo definir. Su causa no es física, es decir, no nace a partir de los estímulos captados por el sistema nervioso. El dolor psicológico es ese tipo de malestar, sufrimiento, incomodidad e inquietud que nace de nuestras emociones. Es una experiencia desagradable, en algunos casos incluso agónica; además, su naturaleza es difusa, no podemos definir de forma exacta cómo nos sentimos ni podemos atribuir el malestar a una parte del cuerpo en concreto.
En algunas ocasiones, la mera idea de pensar si el dolor psicológico terminará, aún ocasiona más. Esto se debe a que las personas que sufren dolor psicológico constante suelen tener altos niveles de ansiedad y estrés por no poder finalizarlo cuanto antes. Quienes lo sufren se ayudan de la terapia psicológica para sobrellevarlo, pues no hay intervención médica alguna que pueda acabar con este. Sin embargo, cabe recordar que cualquier tipo de dolor tiene un componente psicológico asociado. Este se compone por tres dimensiones:
- Sensorial, es decir, los aspectos físicos del dolor.
- Motivacional, en lo relativo a los fenómenos emocionales de este.
- Cognitiva, es decir, la interpretación que hacemos del dolor en función de nuestra experiencia personal, contexto sociocultural y la atención que le prestemos, entre otros.
Consecuencias del dolor crónico
Cuando sufrimos dolor psicológico crónico corremos el riesgo de padecer numerosos problemas relacionados con este. Pueden surgir trastornos psicológicos tales como ansiedad, depresión, insomnio y problemas de autoestima, entre otros. Además, el constante malestar y mal humor provocado por el dolor pueden ocasionar problemas en nuestras relaciones personales: con la familia, con la pareja o con los amigos. Muchas personas optan por realizar un aislamiento voluntario, que perjudica no solo sus relaciones personales sino también su relación con el entorno y con el trabajo, entre otros. Todo ello con la consecuente pérdida de independencia y una disminución considerable de la calidad de vida del individuo que lo padece.
Cuando experimentamos dolor crónico, nos vemos sumergidos en una espiral de duelo constante; un circulo vicioso en el que nos compadecemos de nosotros mismos y, a su vez, nos frustramos al no ser capaces de aceptar, encontrar o aprovechar la ayuda externa.
Cómo hacer frente al dolor psicológico
El dolor psicológico es algo que no podemos evitar al cien por cien. Es imposible no sentirlo en algún momento de nuestras vidas, pues las emociones negativas también existen. Una experiencia negativa puede dar lugar a emociones negativas. Si no les prestamos la atención necesaria, puede que acaben convirtiéndose en dolor psicológico crónico. Hay pocos tratamientos psicológicos que atiendan al dolor crónico. Sin embargo, hay terapias utilizadas para el tratamiento de otros trastornos psicológicos que también son útiles para el dolor crónico.
- Relajación. Los ejercicios de relajación son útiles para aliviar la tensión que provoca el dolor psicológico. Ayuda también a paliar los efectos de la ansiedad. Este tipo de técnicas logran una disminución de la actividad adrenérgica y un aumento de la actividad parasimpática.
- Hipnosis. La hipnosis es una técnica no reconocida científicamente. Sin embargo, si utilizamos para hacer incidencia en los pensamientos y conductas que provocan malestar psicológico, podría sernos útil.
- Terapia de aceptación del dolor. La aceptación de las emociones y pensamientos negativos, en lugar de la lucha constante contra estos, es el primer paso para mejorar nuestra calidad de vida. Aceptar no significa no querer ni poder cambiar nuestra situación actual, sino ser conscientes de ella. Evitar el malestar únicamente sirve para generar más frustración, ya que difícilmente nos podemos deshacer de este sin más.
- Mindfulness. Este tipo de terapia se basa en vivir el presente, aceptar las emociones negativas y practicar una serie de técnicas para mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con nuestro entorno. Quienes practican mindfulness ven reducida su ansiedad, su estrés y su dolor psicológico.
- Escritura terapéutica. La escritura nos puede ayudar a expresar aquellos pensamientos que no logramos decir en voz alta. Se dice que la escritura terapéutica sirve para organizar y dar sentido a la experiencia que vivimos. Además, facilita la comunicación con uno mismo y con el entorno social del individuo.
- Terapia cognitivo-conductual. La terapia clínica, combinada con la psicológica, tiene mayores indices en reducción del dolor y de los estados de ánimo negativos.