Cómo afrontar una crisis de ansiedad sin morir en el intento
El frenesí de vida al que nos hemos tenido que acostumbrar es el causante de que los casos de ansiedad hayan aumentado drásticamente. Las personas que, además, sufren crisis de ansiedad necesitan una mayor atención, pues podría desencadenar en trastornos como la depresión. Es normal sentir nerviosismo ante situaciones de incertidumbre o amenaza. Sin embargo, cuando aparece una crisis, es muy importante aprender a hacerle frente.
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Índice de contenidos
¿Qué es una crisis de ansiedad?
La ansiedad, como norma general, es una respuesta del organismo ante situaciones límite. Se caracteriza por una sensación de angustia o miedo, y se detecta en base a unos síntomas determinados: ritmo cardíaco acelerado, respiración agitada, temblores, sensación de flojedad…
Las personas que tienen ansiedad generalizada suelen sentir el malestar de forma prolongada. Puede durar horas, días, semanas y meses. Se puede llegar a convertir en una agonía que requiere adoptar medidas para superar los acontecimientos del día a día como si fueran maratones.
Sin embargo, la crisis de ansiedad aparece súbitamente. Puede que la persona haya estado tranquila durante el día y, de repente, un acontecimiento o pensamiento inesperado rompa la harmonía. O puede que aparezca porque sí, porque puede. Por ponerte un ejemplo, puede que una persona esté a punto de acostarse a dormir. Está en la cama tranquila y, sin más, le empieza a faltar el aire. Se pone nerviosa, el corazón le va a mil. Probablemente, esta persona ha sufrido un ataque de pánico o crisis de ansiedad. ¿El por qué? Tal vez ni ella misma lo sabe. Lo que sí sabe es que regocijarse en ese pensamiento puede llegar a prolongar el malestar aún más.
Síntomas de una crisis
Los síntomas de la ansiedad generalizada son parecidos a los de una crisis de ansiedad. La única diferencia es que estos últimos se presentan de forma súbita, violenta y muy intensa, causando un enorme malestar en la persona que los padece.
- Palpitaciones intensas y aumento de la frecuencia cardíaca. Se traduce en taquicardia.
- Sensación de ahogo junto a respiración rápida. Asimismo, sensación de opresión en el pecho.
- Sensación de miedo o pánico muy intenso. De forma usual, la persona se siente como si fuera a morir.
- Sudoración, escalofríos y temblores. Además, también puede aparecer entumecimiento y hormigueo, especialmente en las manos.
- Náuseas y molestias abdominales. A veces, las personas con una crisis de ansiedad pueden llegar a vomitar.
- Mareos. A veces, incluso desmayos.
- Sensación de realidad distorsionada.
¿Cuál es la causa de una crisis de ansiedad?
La causa de una crisis puede variar en función de la persona y su estado de salud mental. Normalmente, el desencadenante es una situación inesperada a la que la persona no es capaz de hacer frente. El estrés, la angustia y la ira acumulada pueden ser los detonantes perfectos.
Una crisis de ansiedad también se puede relacionar con el consumo de drogas y alcohol. Asimismo, también puede ser un síntoma de trastornos como la agorafobia o la fobia social, entre otros.
O, como hemos dicho antes, puede aparecer sin más, sin razón alguna.
Qué hacer ante una crisis de ansiedad
Cualquier persona puede llegar a sufrir una crisis de ansiedad. Si las crisis se repiten de forma continuada y la persona que las padece no es capaz de hacerle frente, podría desencadenar en una depresión. La persona afectada podría desarrollar un miedo excesivo a esta situación, lo que se traduciría en un trastorno de ansiedad generalizada, sumado a las crisis habituales.
Si sufres una crisis de ansiedad y eres capaz de identificarla, te recomendamos que te relajes. Sabemos que es estúpido decirlo y aún más complicado hacerlo, pero tienes que intentarlo. Siéntate o ponte de pie y anda despacio. Respira lentamente, inhalando aire durante cinco segundos y expulsándolo durante ocho segundos. Intenta mantener la mente en blanco y acerca tu mano al corazón. Controla el ritmo cardíaco y modifica la respiración en función de tus necesidades. No pierdas la calma. Las crisis de ansiedad suelen durar entre diez y treinta minutos, no horas. Tampoco vas a morir, así que no te pongas nervioso de más. De todos modos, te recordamos que si la crisis no remite pasada media hora, es mejor que acudas a Urgencias.
Trata de adoptar técnicas de relajación y ponlas en práctica diariamente. Además, te recomendamos encarecidamente que busques ayuda. La terapia psicológica te puede ayudar a hacer frente a estas situaciones. Además, aprenderás a gestionar tus emociones y a no dejarte llevar por el pánico del momento. Si tu médico te receta medicación para hacer frente a la ansiedad, sigue sus recomendaciones al pie de la letra.
Por otra parte, te recomendamos no consumir alcohol ni estimulantes (drogas o bebidas energéticas). Organiza tu vida, duerme entre siete y ocho horas e intenta evitar situaciones excesivamente estresantes.
¿Cómo puedo ayudar a una persona que sufre una crisis?
Te vamos a ser sinceros. Poco puedes hacer. El malestar de la persona que sufre una crisis de ansiedad es muy grande. No conseguirá relajarse fácilmente y, si además la saturas, puede que su angustia aumente.
No le preguntes continuamente cómo está. Por lo contrario, ofrécele tu apoyo y mantente a su lado mientras la crisis dure. Puedes ir a por un poco de agua o una infusión relajante como la tila o la pasiflora.
Por otro lado, puedes intentar darle conversación sobre algún tema que le interese. Pregúntale acerca de temas que no desencadenen más estrés en ella. Si el origen de su crisis es el trabajo o los estudios, no se lo recuerdes. También le puedes proponer hacer alguna actividad que logre distraer a la persona de los síntomas de la crisis.
Pedir o no pedir ayuda
A pesar de que tras pasar varias crisis de ansiedad puedas haber aprendido a sobrellevarlas, debes buscar soluciones. No se trata de aprender a soportarlas y vivir con el problema. Se trata de identificar qué es lo que nos causa malestar y buscar la ayuda adecuada. La terapia psicológica y cognitiva nos puede ayudar a identificar nuestras emociones y modificarlas. Nos puede abrir nuevas perspectivas para afrontar las situaciones adversas y no abandonar. Recuerda que estas crisis pueden desencadenar en trastornos que dificultarán aún más nuestro día a día. De igual forma que cuidas tu salud física, cuida tu salud mental.