Los beneficios de la terapia familiar
Acudir a terapia siempre es algo bueno, ya que significa que queremos aprender a gestionar nuestras emociones y a mejorar nuestra calidad de vida. Hay distintos tipos de terapia en función del sujeto sobre el que se ejerce o las habilidades y temas que se tratan. Hoy hablaremos sobre la terapia familiar, un tipo de terapia muy útil sobre el que aún existe un gran tabú que es mejor romper.
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¿Qué es la terapia familiar?
¿Cuántas veces ha surgido un conflicto en el hogar que nadie ha sabido resolver de la forma adecuada? Discusiones en la infancia, divorcios, problemas personales de los padres que influyen en el desarrollo de los hijos y un largo etcétera. Son tantas las razones que pueden perjudicar la unión de una familia, que es importante saber cuándo pedir ayuda. Aquí es donde toma partida la terapia familiar.
La terapia familiar es un tipo de terapia que centra su intervención en los miembros de una familia, independientemente del número de individuos, parentesco, etc. Por norma general, a este tipo de terapia suelen acudir madres, padres e hijos. Sin embargo, al ser un tipo de terapia enfocado a ser una guía para los padres, resolver crisis familiares, trastornos de conducta o adicciones, entre otros, pueden participar los miembros de la familia implicados en cada caso.
Por norma general, este tipo de terapia la da un psicólogo o psicóloga, un asistente social clínico o un terapeuta con las acreditaciones correspondientes. Este tipo de terapia suele ser a corto plazo; sin embargo, algunas familias optan por realizar una sesión de forma mensual como refuerzo. Igual que cuando nos hacemos análisis de sangre una vez al año para comprobar que todo está bien, cuidar de las relaciones interpersonales también debería hacerse a menudo.
¿Cuándo es necesario ir a terapia?
La decisión de ir a terapia de familia es de los propios miembros de esta. Es necesario que todos los implicados estén de acuerdo y se muestren dispuestos a colaborar y a comunicar sus emociones y pensamientos. No hay un motivo exacto para ir a terapia, pero muchas familias acuden a esta cuando ven que la relación entre determinados miembros pende de un hilo. Ocurre lo mismo en la terapia de pareja, ya que son las personas quienes deciden que no quieren echar a perder la relación con sus seres queridos.
Hay algunos casos en los que es recomendable acudir a terapia. En especial, cuando un problema “crece” tanto que resulta imposible de manejar o cuando no se cuenta con los recursos necesarios para hacer frente al problema.
- Cuando un miembro de la familia tiene algún tipo de adicción que afecta a la relación con sus allegados. Las adicciones son un grave problema tanto para padres como para hijos. En el caso de los padres, además, las adicciones pueden implicar consecuencias negativas en el desarrollo de hijos.
- En caso de divorcio, se recomienda que tanto los hijos (si los hay) como los padres acudan a terapia familiar. Un divorcio es un proceso doloroso que, aunque se crea lo contrario, hace mella en las emociones de las personas afectadas por este.
- Cuando existen patrones de conducta perjudiciales para los hijos por parte de los padres y viceversa. En muchos casos, se recomienda combinarlo con terapia individual. Cabe destacar que hay ciertos patrones de conducta que, lamentablemente, no se pueden eliminar o corregir; pero sí reeducar, en cierto modo.
- En caso de que haya alguna enfermedad física o mental o algún trastorno que dificulte la comunicación y la relación entre los miembros de la familia.
Beneficios de la terapia familiar
El principal objetivo de la terapia familiar es ayudar a los miembros de la familia a recuperar o mejorar su relación entre sí. En la mayoría de los casos, los pacientes acuden a este tipo de terapia porque se encuentran en un círculo vicioso del que parece imposible salir. Sin embargo, tienen la voluntad suficiente para aprender a decir “basta” y buscar la ayuda necesaria.
Este tipo de terapia proporciona unas herramientas y ayuda a mejorar las habilidades necesarias para expresar emociones y comunicar pensamientos. La comunicación, como se suele decir, es la base de cualquier relación. Si no aprendemos a comunicar de forma asertiva y a cultivar la empatía, nuestras relaciones nunca serán del todo satisfactorias. Es importante aprender a escuchar, respetar el turno de palabra y, una vez procesado aquello que nos han dicho, responder de forma calmada y educada. El problema de muchas familias radica precisamente aquí, donde suele haber un gran problema de comunicación. No es lo mismo expresar cómo nos sentimos a gritos, que hacerlo de forma tranquila tras haber pensado bien aquello que queremos decir.
Una familia sana
Hay ciertos aspectos que definen lo que es una relación de familia sana o, como se conoce en psicología, una familia funcional.
- La comunicación entre los miembros de la familia es fluida y asertiva. Todos pueden expresar sus emociones sin temor a ser rechazados o castigados por ello.
- Los miembros de la familia respetan el espacio y las diferencias de los demás.
- Existen normas y límites bien definidos, pero también flexibles.
- Se protege a los miembros de la familia sin caer en el error de la sobreprotección.
- Se fomenta el desarrollo de cada miembro de la familia, así como su crecimiento personal.